martes, 21 de abril de 2009

DE VISITA POR CASTILLA Y LEON

Entre Picos de Europa y los paisajes de Segovia.
Llega la tropa:

Es miércoles Santo, para muchos días de procesiones y acto religiosos, para otros muchos como nosotros, son días de vacaciones, descanso y disfrute.
Para mi, un día emocionante. Pekis, llega de su tierra y yo tendré la oportunidad de mostrarle algo de la comunidad de Castilla y León.
La faena en la jungla es bestial. Un monton de peña y una cantidad ingente de mercancía por colocar, pero esto ha de quedar en las puertas de la mina y pensar en lo que hay que pensar, disfrutar de la vida, que es corta.
A las 23:00h llego a mi Kely. Aun no han llegado mis ocupas. Pekis y Maria llegaron 5 minutos después de mi, a eso de las 23:05h y José tras una pequeña confusión entre las calles, 10 minutos mas tarde aun.
Una vez mas cenamos en familia, una parte de los aventureros que nos reunimos en invierno. Y es que hemos conformado un gran grupo, y que a gusto se esta. Este momento de la cena en donde todos nos encontrábamos alrededor de la mesa, me traía recuerdos de febrero en la casa de Pekis.
Como es lógico con la tertulia, nos dieron casi la 1 de la madrugada, demasiado tarde para ir a dormir, teniendo en cuenta que el despertador sonaría temprano, a eso de las 7 de la mañana.

Por Picos de Europa:

Jueves Santo:













Con algo tranquilidad desayunamos y preparamos todo para irnos a la busca de Martín. A las 8:05 llegaba Soraya y aun nosotros nos estábamos listos. Nos tomábamos la puesta en marcha, pero no había grandes prisas.
En Cigales, al pasar a buscar a Martín, nos recolocamos en los coches.
Para mi era una situación muy emocionante. Que bien!!!!, iba a poder mostrar el Parque de los Picos de Europa a Pekis.
Según la previsión meteorológica, el tiempo no iba acompañar nada. La lluvia haría acto de presencia y nos fastidiaría la jornada, pero la suerte, o como yo lo denomino, la berza nos acompaño.














Nubes y claros, es lo que había. Percibíamos que iba a ir cambiando, por la aparición de nubarrones negros, pero de momento la marcha iría discurriendo sin una gota.

Camino al refugio del Frade:
Aparcamos los coches en la villa de Soto de Valdeón, inicio de nuestra ruta.
Ultimamos las mochilas y el reparto de la comida y realizamos la foto de grupo.
El día se presentaba tranquilo, meteorológicamente hablando, alguna que otra nube, pero parecía que nos iba a respetar.
Para el ascenso hasta la vega, optamos por utilizar la pista. Un trayecto algo aburrido, pero Martín y Yo, pensamos que seria el mas acertado.
El paso era cansino, como siempre y en 2 horas llegamos a la fuente. Punto, intermedio de la ruta de esta jornada. Este punto, es un gran mirador de los picos de Europa, y aquí de echo, se podía ver a gente, tumbada en el suelo disfrutando de las vistas y del magnifico día.
Sin demorarnos mucho, comenzamos de nuevo la marcha. En apenas 15 minutos, alcanzamos la vega del Los, que se encuentra bajo las enormes paredes del Torre Bermeja. El paisaje había cambiado radicalmente. Las praderas y todo lo que se encontraba a nuestro alrededor, estaba cubierto de un espeso manto blanco. La nieve lo cubría todo. Por lo que el grupo se calzo las raquetas y yo mis tablas de travesía, para así afrontar el resto del camino.
La nieve se encontraba muy descompuesta y peligrosa. A cada paso esta se desmoronaba, deslizando en masa hacia el valle.
Tras librar las dos pequeñas colladas, llegamos al Refugio del Frade. Enclavado en un precioso lugar cubierto de nieve, solitario y bajo la canal de Perro, con miras al valle del rió Dobra. Un estupendo lugar, para disfrutar de la montaña en su máxima expresión.



El refugio estaba ideal. Limpio y para nosotros solos. La sorpresa vino cuando el grifo que nos debería proporcionar agua, no lo hacia. El agua, estaba congelada.
Dos opciones, nos quedaban, o fundir nieve, o buscar un reguero de agua. Elegimos la segunda, así que afinando el oído y analizando el relieve, nos acercamos a una “v” y allí percibimos el paso del agua por entre las piedras, debajo de la nieve. En un punto en donde sonaba mas el golpeo del agua en las piedras, cavamos en la nieve 1m ½ para dar con el agua. Resulto ser un momento curioso y divertido de supervivencia.
Por otro lado, Martín, se propuso y consiguió, hacer un fuego. Cortando un par de troncos con el piolet. Con mucha paciencia, golpeo y golpeo los troncos hasta que consiguió partirlos.
Habíamos conseguido, acomodarnos, perfectamente.
La ultimas luces anunciaban el fin de la tarde y con ella la magia de las luces. Los colores rosa, rojos, tiñeron las nubes y nos mostraron, como no, una vez mas, una fantastica postal. Los 6, nos embelesamos con este momento, del cual dio paso a la cena.
Acompañado por la llama y el calor del fuego. Alumbrados por la tenue luz las velas, preparamos nuestros macarrones con champiñones y calentamos un par de tortillas.
Al finalizar y alrededor de la chimenea, tomando un poleo menta, realizamos la sobremesa, hablando de montaña y la jornada que habíamos vivido.


Yo, estaba contento. Había podido mostrar a Pekis, una parte de Picos y llenaba de satisfacción.
Nos íbamos a los sacos, con una pequeña nevada, que tenia toda la pinta de irse animando, según fuese transcurriendo las horas.
Los copos, entraba, por el pequeños ventanuco que teníamos encima de nuestra sacos. El ambiente montañero, era autentico.

Viernes Santo:
Cambio de planes. Regreso a Posada de Valdeón:

7 de la mañana, suena el despertador. Salir del saco, da una enorme pereza. Todos siguen durmiendo y a pesar de oir el despertador nadie se inmuta. Yo, como me orino terriblemente, me levanto y salgo del refugio. La nevada ha sido interesante, unos 7 cm y sigue nevando. La visibilidad, mala. El programa marcado no se puede seguir, así que, otra vez al saco y a esperar un poco mas.


Por fin, a eso de las 9, nos dignamos a levantarnos. Cuesta salir del saco y mas aun, ponerse en marcha viendo como esta el panorama. Pero, yo pienso, que por lo menos es nieve, y nieve seca. La lluvia nos empaparia y eso si que es una jodienda.
Tras realizar un desayuno contundente, nos ponemos en marcha. Raquetas bien ajustadas y yo con las tablas en mano, afrontado todos el pequeño repecho de la collada del Frade, para asi comenzar el descenso hasta, primero la Vega de Llos, y después, tras alcanzar el abrevadero, continuar por una estrecha senda, hasta la villa de Soto de Valdeón donde se encontraban nuestros vehículos.
Durante el descenso, una débil nevada nos fue cayendo durante todo el trayecto, aun que la nieve se convirtió en lluvia fina, al llegar a la villa.
El punto final de nuestra marcha, fue el pórtico de la iglesia de Soto de Baldeón, el cual nos dio cobijo para cambiarnos y comer el clásico menú pos ruta, confeccionado por la comida preparada del Litoral, y calentada por el mejor Chef y colega, Martín G.
La jornada llego a su fin, con un cafecito en el maravilloso pueblo de Posada de Valdeón.