lunes, 21 de noviembre de 2011

Valle del Tena. De rutilla

Había llegado el día anterior a Barbastro. El clásico viaje en tren, vía Madrid, con el fantástico reencuentro en la estación de Huesca.

Pekis y yo, había decidido pasar unos días juntos y nos acercamos al Valle del Tena. Aunque este no era el plan previsto, ya que la intención era acercarse a Vall de Nuria y allí pasar unos días, pero el albergue estaba cerrado, hasta el mes de Diciembre, así improvisamos un nuevo plan, un nuevo lugar, y el sitio elegido fue el Refugio de Casa Piedra.

Por estas fechas, estas excursiones ya vienen a ser, un clásico para los y que bien se esta. Solos, sin nadie que te incordie. Atendido, mejor que nunca, por guardas de refugios, después de tanto estrés en los meses estivales.




Día 13 de noviembre .

La Foratata:

No teníamos muy claro que hacer y por una vez en nuestras escapadas, no había un plan concreto, para estos dias. Todo esta por ver y por decidir. Dependíamos de la climatología, para realizar cualquier tipo de excursión, y en este día, el tiempo respetaba, así que según íbamos en coche de camino a Sanllet de Gallego, decidimos ascender a la Forata.

Hacia mucho tiempo que Pekis y yo, mirábamos con ganas este pico. Pasábamos por Sallet y lo mirábamos con ganas, preguntándonos Tenemos que buscar un día para subirlo ese día llego.

Ascenso facilón hasta llegar a la trepada, de la primera cumbre, que fue nuestra objetivo final.

No teníamos ambición de conseguir la cima así que llegamos a la primera cima y decidimos quedarnos, aquí y disfrutar del bocata, en la cima los dos juntos, contemplando las vistas hacia el Balaitus y Pico Arriel. El momento y el solillo que nos daba, así lo merecía.


Tras el bonito paseo, tocaba una vuelta y un café por Sallet. En nuestro paseo, descubrimos, que la villa, tiene una fantástica piscina cubierta y gimnasio.






Día 14 de noviembre:

Ibon de Arnales →Refugio de Bachimala→ Refugio Panticosa:


Dudamos mucho que hacer. El tiempo estaba inestable, con nieblas y se vaticinaba algo de lluvia, así que, decidimos hacer algo fácil, próximo y que no tuviera que hacernos desplazar en coche a ningún lado, y donde estábamos reunía esas cualidades.

Mientras cenábamos el día anterior, con el vasito de vino en mano y en la pausa de la sobremesa, nos decantamos por acercarnos hasta lo Arnales.

7 de la mañana, suena el despertador. Pekis y yo, nos desperezamos. En la habitación la temperatura no pasa de los 13º, así que daba palo salir de debajo de las mantas. Pekis le echo pelotas y a pesar del frió y realizo su rutina de estiramientos. Yo, pase de esa rutina y me vestí, cagando leches.

El día visto desde la ventana del refugio, no pintaba muy bien. Mientras desayunábamos, observábamos como la niebla, se adentraba en el valle, ascendiendo y descendiendo ágilmente, a su antojo. Pero, en la montaña el tiempo es así y Pekis y yo, lo tememos claro, así que, chaleco polar puesto, cazadora en la mochila y para arriba.

El comienzo de la ruta, paralelo al ibon de Panticosa. La ruta por desgracia no viene marcada desde el refugio, pero fue sencillo encontrar la senda que ascendía.

Ganábamos altura con rapidez y la niebla, no consiguió adentrarse hasta donde nosotros íbamos. El paisaje, tenia ese aspecto invernal y frió, del otoño en sus días mas crudos. Bello sin duda, aunque crudo, pero a Pekis y a mi nos encanta, indiferentemente como venga su climatología.

Según ibamos acercándonos hacia el ibon, pudimos ir viendo una enormes cruces de metal, como nos había dicho uno de los guardas del refugio. Eran los anti avalanchas. Quizás muy poco estéticos, pero seguro que eficaces.

El frío se hacia notar, cuando llegamos al ibon de los Arnales. La niebla hizo amagos de enguñirnos, pero se quedo al borde, por lo que las vistas de las montañas de alrededor no se vieron ocultas en su totalidad. Pequeñas ventanas se iban abriendo, y el paisaje se iba viendo a porciones.

Ya al llegar a nuestro objetivo nos encontramos helado el ibon secundario desde donde, realizamos multitud de fotos. Mientras hacíamos estas instantáneas se nos ocurrió realizar una ruta de vuelta alternativa tras ver el refugio de Bachimala , a nuestra derecha y nos dirigimos en ruta hacia el. El camino hacia el refugio, era desconocido para nosotros y en el mapa no venia nada marcado. Así que intentamos buscar en el terreno algún gito que nos guiase y dimos con ellos, aunque fue complicado seguir lo durante todo el trayecto. Pekis, siempre miraba, si ibamos por el lugar correcto, buscando los jitos, y yo intentando guiarme con mi sentido de orientación, intentado hacer un análisis del terreno.

Llegamos al refugio de Bachimala en donde, decidimos realizar el descanso y reponer energías. La mañana seguía siendo muy cruda, con la niebla bien enganchada en la altura y a nuestra altitud la niebla seguía jugueteando, subiendo y bajando.

Tocaba ya descender, y lo hicimos con tranquilidad, recordando el recorrido que habíamos realizado en mayo de hace dos años. El paisaje, cambia mucho dependiendo de la estacin en la que te encuentres.. La nieve que por aquellos meses lo cubría todo haciendo mas complicado el discurrir por la zona. Hoy, todo era mas sencillo, sin la nieve, con la que tanta precaución hay que tener. Descendíamos despacio disfrutando del paisaje, de las vistas que teníamos hacia el valle, del arroyo que teníamos a nuestra izquierda. En su descenso, el agua conformaba, cascadas, pozas, barrancos, un paisaje prácticamente virgen, salvaje, todo a pocos kilometros de la civilización.

Imaginamos, lo bueno que seria hacer por aquí, una buena pateada en verano, y zambullirse en el agua de estas pozas de agua fria para bajar la inflamación de la piernas.


Como en cualquier jornada de montaña, tras la pateada, en el refugio buscábamos la dos cosas mas reconfortables que en estos momentos necesitas. Una ducha y una cena caliente.

En esta noche, el guarda nos ofreció; Judías verdes con Papas. Lomo a la plancha y de postre de arroz con leche y de caldo un Mipanas de 2007.







Día 15 de noviembre

Turismos por las inmediaciones:

Panticosa → Portalet →Laruns →Arndy → Lurbe –st- Chistan → Jaca → Panticosa.

Amaneció con un tiempo horroroso. Llovía intensamente, así que cualquier actividad en la montaña quedaba descartada. La opcion que nos quedaba era hacer turismo. Y por donde? Pues nos acercamos a la zona Francesa, para ir descubriendo algun que otro pueblo, como lo era el que yo tenia mucha ganas, Laruns. Aquí realizamos la segunda parada de la mañana. Paseamos por sus calles, tomamos un café a 2,80€. Recorrismos este pequeña villa, que no en esta villa tan pequeña y con algun que otro atractivo, pero sin reunir todo lo que yo tenia pensado. Pekis y yo, localizamos el albergue de la Villa, un buen lugar para pasar un par de dias.

Nuestra ruta continuaba. La siguiente parada era Arndy. Este si era un bonito pueblo. Disfrutamos mucho paseando por las calles y tuvimos la suerte de toparnos con el mercado de la villa aunque fuese cuando ya recogían. Un pequeño canal nos sirvió para realizar una bonitas fotos con la creatividad de Pekis.

Nuestra turismo por las villas continuo, aunque ya si paradas. Disfrutamos de un gran recorrido por una carretera comarcal rodeada de hayas, castaños, y otros árboles de hoja caduca, por una sinuosa carretera, en donde las hojas caídas, ocultaban los limites laterales de la misma.













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